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martes, 14 de agosto de 2012
La maldad tatuada
13:26
3D, criminal, fotografía, heridos, hospital, maldad tatuada, narcóticos, pegamento, policia, prisión
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Vivió su infancia en un barrio marginado. A
temprana edad sus padres lo habían abandonado en la calle, y desde entonces, su
vida estuvo llena de malas influencias. Comenzó robando bolsos olvidados en la
calle, con los que juntaba algunas monedas para su sustento. Un circulo de
niños a los que se adhirió lo iniciaron en las drogas: en un principio, los más
grandes le proveían de la bolsa con pegamento, cuando fue más grande probó un
abanico de narcóticos, de las que también se hizo vendedor, fue entonces cuando,
con el dinero que este negocio le brindaba, fue alquilando habitaciones en
hoteles donde podía dormir e higienizarse.
El trato con distintos grupos de proveedores de
droga le hizo adquirir una personalidad insensible. No podía ser flexible ni
caritativo. Su mundo estaba rodeado de crueldad, adicciones y vicios. Ante
cualquier obstáculo, su prioridad era sobrevivir, de esa manera se hizo más
fuerte ante sus enemigos, a los que fue creándoles accidentes fatales uno por uno,
hasta que un día cometió un error que lo vinculó con un conocido personaje de
la farándula. Desde entonces caía una y otra vez en prisión, de las que terminaba
huyendo de alguna manera, y en su haber tenía una decena de crímenes.
En cierta ocasión, estando en prisión, simuló un fuerte
dolor abdominal y lo llevaron a un hospital con un guardia, esposado de la
mano, luego de ser revisado y mientras esperaba los resultados de los estudios,
aprovechó una distracción del guardia para reducirlo con un material punzante
que halló a mano, con el que le hizo varias heridas. Lo abandonó semimuerto en
el piso y huyó.
Otra vez libre, no le tomó mucho tiempo retomar el control
de su antigua actividad. Como un profesional, sentado en su oficina,
planificaba sus fechorías, para luego llevarlas a cabo; no podía darse el lujo
de dejar al azar ninguno de sus movimientos, su labor de cada día se desempeñaba
con mucha sutileza para eludir a sus captores. Ellos distribuyeron la
fotografía de un tatuaje en particular que lo distinguía de otros, quien
reconociese esa marca recibiría una recompensa por denunciar al criminal.
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