miércoles, 17 de octubre de 2012

Aventura extrema


Tomó la decisión de participar de un grupo y viajar a una montaña, de la cual saltarían en paracaídas, todos sus preparativos fueron muy rápidos: el permiso en el trabajo, la compra de los materiales, el pasaje e infinidad de detalles que preparar. Llegar a destino les tomó dos días, debido a los senderos pedregosos y lo inhóspito del lugar. El campamento se instaló en la base de la montaña, desde ese lugar podían apreciar la pequeña plataforma de donde saltarían al día siguiente. El grupo tenía una gran expectativa de lo que ocurriría.
Con los primeros rayos de sol, salieron con rumbo a la montaña y para el medio día, estaban listos para el salto. Los saltos se fueron sucediendo uno tras otro, hasta que su turno llegó, respiró profundo y, a la voz de ‹‹ahora››, corrió para luego dejarse caer en el vacío. ‹‹Fue espeluznante››, comentó de regreso en el campamento, ‹‹treinta y ocho segundos que parecieron una eternidad››.
Reunidos ya de regreso en el campamento, cada uno relataba su experiencia y, recordando la sensación del momento del vuelo, todos coincidían en la experiencia única de la que habían participado; excepto uno, que cuestionó lo riesgoso de la situación, los escasos medios con los que contaban de producirse un accidente, que no serían suficientes para cubrir una emergencia, y que sin parar vociferó: ‹‹esto es una locura››; el resto de los miembros del grupo simplemente encogieron los hombros, y musitaron mirando hacia los precarios materiales, ‹‹esto es su verdad››.

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