martes, 20 de noviembre de 2012

El niño del barrio


Los chicos jugaban a la pelota todas las tardes en la plaza del barrio.
Muchos de ellos eran compañeros de escuela, algunos intercambiaban los trabajos escolares; pero lo que más disfrutaban era estar en grupo.
De vez en cuando aparecía un niño para el juego; no lo conocían de la escuela, tampoco sabían dónde vivía y menos quiénes eran sus padres; cuando terminaba el partido el niño desaparecía.
Los chicos se quedaban para repartir algún helado de agua o barritas de hielo saborizado; compartían cuentos y chistes; una tarde invitaron al niño para quedarse un momento, para conocer algo de él; hablaba poco, como no conseguían mucha información, intentaban persuadirlo para que contara algo sobre él y de su familia.
—Si nos dices dónde vives, te dejamos tomar el helado —Uno de los chicos del grupo puso a su alcance el helado de agua.
—No tengo calor —contesta el pequeño.
—Pero si tienes hambre puedes tomar el helado —insistían.
—Cuando tengo hambre me como los sapitos. —responde desmereciendo la oferta.
—¡Qué! —Los niños con ojos saltones, no daban crédito a lo escuchaban.
—Son ricos, a que no lo prueban —El desafío se había revertido.
—Si vos lo comes, yo los comeré —Un niño del grupo acepta el reto.
—Bueno, conozco dónde hay muchos —Se levantaba del piso y salía corriendo.
—Vamos a ver a donde se dirige —dijo uno de los chicos y siguieron al niño.
Tras correr cuatro cuadras, llegaron a donde había un arroyo y pequeños estanques de agua; estaba cubierto de una especie de diminutas plantas acuáticas que cubrían los charcos, como si fuera una alfombra, era de color verde agua. No tardaron mucho cuando vieron pequeños puntos negros que se movían sobre el manto.
Con mucha pericia el niño atrapa una y se lo alcanza al niño que había aceptado el reto, esté con cara melindrosa estiraba la mano, cuando sentía en la mano las húmedas patitas de la ranita, el niño pega un grito, agitando la mano tira al anfibio al charco.

El niño irrumpe en carcajada y atrapa varias, con el puño cerrado se fue dando pequeños saltos mientras llevaba a su boca su captura.

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