El niño del barrio

Los chicos jugaban a la pelota todas las tardes en la plaza del barrio. Muchos de ellos eran compañeros de escuela, algunos intercambiaban los trabajos escolares; pero lo que más disfrutaban era estar en grupo. De vez en cuando aparecía un niño para el juego; no lo conocían de la escuela, tampoco sabían dónde vivía y menos quiénes eran sus padres; ...

El sueño consumido

Cuatro semanas que no aparecía su padre por la casa. Por lo general, siempre estaba los fines de semana; para los niños era motivo de celebración la llegada del padre, que venía cargado de bolsos con alimentos y, lo que esperaban los niños, las tradicionales tiras de asado.

La sombra II

Había sido abandonado en un sótano bajo el efecto de un somnífero, lo habían dejan en compañía de una camada de seis gatitos y la madre. Los ruidos y los saltos en su espalda lo habían despertado después de dos días; la tenue luz que ingresaba por una escalinata le permitía observar los juegos de las entrometidas compañías. ...

Vidas transformadas

Nadie iba a creerle. Había defraudado tantas veces a sus amigos, que en su interior solo había dolor.

Reencuentro

Una suave brisa helada sopla figuras fantasmales de niebla. En una gota de lágrima se ve el dolor que oprime su corazón.

Vuelo con globos

Una suave brisa helada sopla figuras fantasmales de niebla. En una gota de lágrima se ve el dolor que oprime su corazón.

Historias recurrentes

Comenzó abruptamente. Habíamos planeado una salida igual a tantas otras, pero sin anticiparme lo que me contaría, comenzó diciendo: —Me voy a Brasil por trabajo. —¡Qué! Es una broma. Hacía dos meses que había comenzado en ese empleo...

Respuesta a un pedido desesperado (carta)

Apreciada señora: Luego de leer con atención su enfático pedido y lo crucial que esta situación es para su matrimonio, quiero recordarle que su requerimiento fue atendido con presteza, a pesar de los años que han transcurrido del envío de su carta. Nuestra oficina conserva todas las cartas que no se han llegado a ubicar al destinatario ni contienen un remitente al dorso....

Invasores alados

El día había sido sombrío y peligroso. El terror había reinado en las calles de la ciudad. Muchos de los habitantes habían alcanzado a huir a las montañas, con la esperanza de no ser atrapados por los invasores que habían irrumpido de forma repentina, una nube había oscurecido el cielo, parecía una plaga de langostas. ...

Noche en el museo

Esa mañana Pedro tenía el rostro perplejo. No había pasado un cuarto de hora cuando tenía la cabeza recostada sobre su cuaderno. Cuando terminó la clase, le dieron un empujón para que despertara, con la cara somnolienta, recogió sus pertenencias y se fue para el baño; cuando lo vieron de regreso, lo comenzaron a...

La sombra

Una figura va escondiéndose detrás de los troncos, los viejos árboles de la cuadra hacían de cómplices prestando sus sombras. Solo se alcanzan a distinguir sus ojos afiebrados y brillantes...

Inquieta peluche gris

Antes que el primer rayo del día se hicieran presente salió al monte, su rutina era buscar una presa y, si la fortuna se mostraba benigna le ofrecía un panal y su cristalino manjar...

domingo, 29 de abril de 2012

El sueño consumido

Cuatro semanas que no aparecía su padre por la casa.
Por lo general, siempre estaba los fines de semana; para los niños era motivo de celebración la llegada del padre, que venía cargado de bolsos con alimentos y, lo que esperaban los niños, las tradicionales tiras de asado.
Eran seis, cuatro chicas y dos varones. El mayor de los niños, de once años, se quejaba de su zapatilla rota; la madre lo consolaba: «Cuando llegué papi le pediremos que te compre una».
Para no pasar vergüenza en la escuela, el niño, en lugar de ir a clases, habló con un amigo de su padre para ayudar en los quehaceres del taller. En ese lugar hacían rectificado de motores, la tarea que le asignaron fue la limpieza de las partes que llegaban cubiertas de grasa sucia y llenas de polvo empastado.
La primera paga que recibió el pequeño la guardó en una media y la puso en la almohada. Muy contento, siguió con su rutina semanal. Cuando buscó el escondite para agregar la segunda paga, sintió que un puñal frío atravesaba su joven corazón. La media estaba vacía,  miró bajo el colchón, sobre la cama; revolvió todas las frazadas, pero su dinero no aparecía.
Para no llamar la atención, sigiloso, buscó una lata de atún vacía, la limpió con prolijidad y, envuelto en un plástico, puso su segundo pago. Salió al patio cuando todos sus hermanos estaban durmiendo la siesta, hizo un pequeño pozo detrás del limonero donde enterró el dinero.
Toda la semana fue color de rosa, la comida en la mesa parecía normal, como si el padre hubiera llegado el fin de semana. Pero nada había preparado al niño cuando fue a buscar la lata de atún detrás del limonero. Hizo una docena de pozos, pero al parecer la tierra se había tragado el sueño de la zapatilla.
Furioso, fue a increpar una por una a sus hermanas:
—Vos agarraste mi almohada —Comenzó por la hermana cinco años mayor.
—Cuidado con quien te metes. ¡Enano! —Irguió su cabeza cual feroz cascabel.
—¿De dónde sacaste esa hebilla? —Continuó con otra de sus hermanas, pensando que tal vez ella había tomado su dinero.
—Eso no es de tu incumbencia —Empujó al niño sacándolo de la habitación de las chicas.
Nadie parecía entender el reclamo del pequeño. Por la noche quiso vengarse del maltrato de sus hermanas:
—Ma, viste que Clara tiene una hebilla nueva —Intentó poner a su madre de su lado.
—No, a ver. —Con cara de curiosa se acercó— ¡Qué linda! Te queda preciosa.
—Sí, seguro que se la regaló el novio —agregó el pequeño.
—¡Qué! —Volvió la mirada hacia su hijo—. ¿Cómo es eso?
—Estaba besando a Guillermo en la plaza. —Fruncía el ceño y mirada desafiante.
—Barny nos estuvo acusando de que le robamos dinero —Se puso de pie la hermana mayor,  apuntando al pequeño con el dedo y con mirada de reptil.
—¡Basta! —Intervino la madre abrazando a su hijo—. Siéntate. —Ordenó a la hija mayor.
—Debieran estar agradecidas por lo que hace su hermano por ustedes. —Se acurrucó cobijando a su hijo—. Bien saben que su padre no viene desde hace un mes y medio. ¿De dónde creen que estuvimos comiendo?
        Gruesas lágrimas  rodaron por las mejillas del niño, y apretujó a los brazos de la madre, con sus rollizas manos. Sentía que el sueño de una zapatilla nueva se estaba esfumando.
—Yo tomé tu dinero, hijo.
        El niño, con congoja, sacó de su bolsillo unos billetes y se los alcanzó a su madre.

domingo, 22 de abril de 2012

Vuelo con globos

              Necesitaría 7200 globos inflados con helio. Estaba ilusionado con un proyecto que se había propuesto. Tenía una gruesa carpeta con toda la información y los materiales que necesitaría.
     Consistía en transportar a un individuo con globos de cumpleaños. Había llegado a la cuenta de que para levantar un kilo de peso, requería de ciento sesenta globos.
     Todos los ahorros en su chanchito no llegaban a cubrir una décima parte de los costos que tendría que afrontar.
     Carlitos habló con sus padres, durante la cena, por un posible anticipo de la mensualidad que recibía. La discusión se hizo tan larga debido a lo absurdo que les pareció semejante aventura de Carlitos. Todos tenían una opinión contraria acerca de ese proyecto. Para el niño, a sus catorce años,  ese era el motivo de desvelo.
     La madre, simplemente, dijo que era peligroso y descabellado; su hermano, dos años mayor, con tono de sarcasmo, hizo su aporte: «¿Y por qué no buscas un empleo?». Desilusionado, esa noche pasó largas horas recostado sin poder conciliar el sueño, hasta que un pequeño destello brilló en su cabeza: «¡Sí, eso es lo que haré!»
     A la mañana siguiente, se levantó muy temprano y fue al comedor, mientras su padre se preparaba para ir a su trabajo, desayunaron juntos, y le comentó que iría a buscar un empleo:
—¿Adónde planeas ir? —indagó el padres.
—La semana pasada fui al taller de Jorge, el mecánico, él me dijo que necesitaba un aprendiz.
—Ah, y te gusta eso.
—Me parece divertido aprender cómo funcionan los autos —respondió el niño.
—¿Quieres que te acerque al lugar? —Se mostró muy amistoso su padre.
—Sí, claro. —Sonrió, contento de tener la aprobación de su padre.
     La madre del jovencito no pudo evitar escuchar la conversación.  Ella preparó un taper con algunas empanadas que habían quedado de la cena, y se lo alcanzó mientras lo despedía con un beso.
     Cuando llegó al taller, preguntó por Jorge a los operarios, ellos le dijeron que seguramente estaría por llegar.
     El jovencito se sentó en un banco de madera que estaba en la vereda tiraba unas piedras a un árbol de la vereda del frente.
     Quince minutos después vio que llegaba una camioneta verde menta, con ruedas anchas y el capó redondeado; era un modelo 59 restaurado. Carlitos fijó su mirada en el vehículo, cuanto más se acercaba, más se le caía la mandíbula al muchacho.
—Hola, Carlitos, ¿qué te trae por aquí? —Saludó desde la ventana de la camioneta, Jorge.
—¿Cómo está, señor?, eh,…estuve pensando en lo que me había comentado en la última ocasión en la que lo visité.
—¿Te refieres a lo del aprendiz?
—Sí, señor, me gustaría aprender el oficio.
—Bien, entonces comencemos, hoy tenemos mucho que hacer.
     El día pasó tan pronto que no se dio cuenta de que era hora de volver a su casa, el dueño lo felicitó porque había hecho un buen trabajo esa jornada, “la paga acá es semanal”.
     Por el monto que le dijo que recibiría, sacó la cuenta de que le tomaría siete semanas ahorrar para realizar su sueño.



martes, 17 de abril de 2012

Escritor desempleado


                Era una madrugada lluviosa, tomé el paraguas y salí a buscar el diario, tenía un presentimiento extraño, de regreso a casa traje el diario debajo del impermeable, como cuidando un tesoro valioso. Mientras desayunaba un café cortado, un anuncio de diez por diez llamó mi atención, tenía un título: «Se Necesita Escritor». Mi corazón saltaba en mi pecho, publicar un libro, es lo que siempre quise hacer, marque el anuncio con un lápiz, apunté la dirección y el teléfono, las manos las tenía húmedas como si la lluvia hubiera ingresado a la habitación, era muy temprano para hacer una llamada, entonces tomé el impermeable, el paraguas y el diario, y salí con rumbo a esa dirección por temor a que alguien se me anticipara.
                La dirección era Av. Quintana 380, en Recoleta. No era un lugar al que estaba acostumbrado a ir en busca de empleo. No había nadie, y me sentí contento de ser el primero de la fila. Pasó media hora y, extrañado de seguir siendo el único, me dispuse a verificar la dirección en el anuncio. Leí: «solicitar entrevista por teléfono de 10 a 13 h». Miré a los costados, me puse la mano en la frente intentando tapar la vergüenza que sentía y regresé a casa.
La taza de café aún me esperaba sobre la mesa de la cocina, lo calenté un poco y me preparé para terminar el desayuno. Mientras hacia hora para hacer la llamada telefónica, la hora parecía no pasaba más, era las 7:50 h. Preparé otro café, llamé a la panadería donde trabajé eventualmente, para anunciarles que llegaría tarde ese día. Luego de tomar varias tazas de café, mirar y rever el anuncio, fije mis ojos en el reloj que pendía en una pared del comedor, y esperaba con el teléfono sobre mis rodillas.
Sentí que toda mi vida pasaba por mi mente, como si se tratara de una película con un final que sería a las 10 h, el momento cuando realizaría la llamada para concretar la entrevista; luego de fantasear con el nuevo empleo, el momento había llegado.
Con la mano temblorosa disqué el número, la ansiedad me dominaba, respiré profundo tratando de controlar el nerviosismo debido a esta oportunidad.
—Hola—, Era la voz de una joven.
—Hola, mi nombre es Juan Carlos, llamo por el anuncio del diario —contesté.
— ¡Ah, si!, le comento que las entrevistas serán en cuatro días, el anuncio se publicará hasta el día miércoles, el jueves de 11 a 13 h será una entrevista conjunta ¿puedo tomar sus datos?
Cuando terminé de pasarle mis datos, tomé nota de la hora, la fecha y la dirección del lugar de la entrevista. Luego sencillamente caí desplomado en la silla con una sensación de paz.  Ahora solo me quedaban los cuatro días de espera. Quién sería el personaje, era la pregunta que carcomía mi cabeza. Salí del departamento con rumbo a la panadería, mi llegada no podía ser más oportuna, el local estaba desbordado de clientes, y decenas de pedidos que despachar. La rutina del local absorbió toda mi atención aquella jornada.
Los días transcurrieron uno tras otro, hasta que llegó la fecha de la entrevista. Me puse la mejor ropa que tenía: la camisa a rayas y el viejo pantalón marrón de vestir. Eran 10:45 h cuando llegué al lugar, la calle tenía un delicioso aroma de los Jacarandas que esa mañana habían florecido, el edificio tenía un magnifico ingreso de  mármol de Carrara, tres araña doradas pendían a lo largo del pasillo, llegué al octavo piso y toqué el timbre, luego de un instante sonó el pestillo e ingresé, el  salón tenía solo dos sillones mullidos, me  senté mientras esperaba. Minutos después sonó nuevamente el pestillo e ingresó una elegante señorita que me dijo que venía por la entrevista, «también yo», conteste. Se sentó en el otro sillón y fijó su mirada en un helecho que colgaba del otro lado del salón.
Entonces se oyó ruidos de puertas que se abren y cierran, apareció una elegante dama de traje oscuro, saludo con cortesía y nos invitó a pasar a la sala donde se encontraba la señora quien contrataría el servicio de un escritor. La dama de traje oscuro, nos presentó ante la señora por nombre a cada uno de los postulantes, ella nos invitó a sentarnos y nos hizo una serie de preguntas, de dónde éramos, a qué nos dedicábamos, si teníamos familia, y la última fue porqué habían venido a la entrevista. Mi deseo era trabajar en lo que me había formado.
Nuestras respuestas parecieron satisfacer a la señora, continuó con un breve relato de su vida, dónde había nacido, cómo había llegado a la gran ciudad y dónde había perdido a su familia paterna cuando era muy joven. «Pero no es esto lo que quiero para mi biografía, lo que busco es lo que viene ahora». Luego de una pausa se puso de pie y comenzó a caminar en la sala en círculo, «llevé una vida muy dura desde que salí de la casa de mis padres, fui traída con engaños a esta gran ciudad, donde mi trabajo sería la de cuidar los niños de una familia adinerada, pero nunca conocí a esa familia, sino que terminé en un burdel en la que me prostituyeron y llevé una vida miserable por casi diez años, en ese lugar conocí al hombre que me sacó de ese mundillo ruin, me casé con él y tuve dos hijos, me esforcé por ser la mejor madre y una mujer digna del hombre que me llenó de lujos y vida de una señora distinguida. Me hizo recorrer los mejores lugares de Europa, en la que me instruí en distintas áreas importantes que hicieron de mí una señora distinguida». Se detuvo en una ventana y miraba como se agitaban las flores del jacarandá.
«Pero la felicidad no llegaba a mi vida, desde que salí de los burdeles, el círculo de amigos de mi esposo, nunca habían dejado de vejarme, pero siempre hacía que eso no me llegaba, nunca me había quejado de estos atropellos, aunque bien conocía la historia oculta de esa gente. El propósito de contratar un escritor es la de exponer la vida oculta de todos aquellos que me maltrataron, ya no tengo nada que aparentar, mi esposo e hijos fallecieron en un accidente, ellos eran el objeto de mi vida, por la memoria de ellos, deseo descubrir la vida de aquellos que me sometieron a la vida de burdel que resultaron ser falsos amigos de mi marido. Tal vez no llegarán a ser famoso por este libro, hasta podrían ser objeto de seberas persecuciones, en cuanto a mí, ya no me queda mucho tiempo de vida, pero si alguno de ustedes no está dispuesto a correr riesgos, este es el momento en que debiera retirarse».
Al ver que ninguno de los dos nos movimos de nuestros asientos, continuó con el relato. «En el círculo se encuentra ex comisarios, senadores, gente del gobierno, aristócratas que acumularon fortunas con el tráfico de blancas». Por un instante quise salir corriendo de ese lugar, quién soy yo para enfrentarme a quijotescas hazañas, pero el instinto me tenía sujeto al sillón. «Estoy dispuesta a financiar la publicación en el extranjero, todo los gastos serán cubiertos ni bien se inicie el trabajo. … Ahora nos tomaremos 15 minutos para tomar un refrigerio».
La presión estrujaba mi cuerpo, tenía movimientos torpes y tartamudeaba al hablar, intercambié opiniones con la señorita, la otra postulante, ella se dedicaba a reportajes culturales para un diario local, todo esto era demasiado complicado para ella, dejó notar que su interés había decaído luego de oír la propuesta. Por mi parte estaba dispuesto a seguir adelante a pesar de las posibles consecuencias. Luego de tomar unas deliciosas masitas finas y café, volvimos para la entrevista.
Sentí un poco de alivio, podía sentir en mi pecho la sensación de que mi vida cambiaría si me tomaban para escribir la biografía, después de todo no tengo nada que perder, la panadería fue un magnífico lugar para pensar que haría de mi vida, hasta que decidí buscar una oportunidad que no sea un trabajo de sol a sol, sentía que ésta era mi oportunidad.
La señora retomó la entrevista: «Sé que no es fácil lo que pretendo, pero quiero que estén sobre avisados de los riesgos que este trabajo implicará, brindaré materiales que documentarán los relatos que se incluirán en el libro, pero ahora me gustaría escucharles a ustedes. ¿Cuál es la opinión que tienen acerca de este desafío».
Nos miró fijamente el rostro a cada uno, como esperando encontrar un indicio favorable, miró a la joven y le pidió que iniciara con su opinión. Habló poco pero fue muy cortés al expresar su opinión, al igual que yo, ella deseaba cambiar su vida rutinaria, por algo que fuera diferente, pero definitivamente esta propuesta no era lo que buscaba.
Cuando terminó me sentí aliviado, confirmó mi sospecha de que abandonaría la postulación. Luego la señora giró su mirada hacia mí esperando  mi opinión acerca de su proposición, lentamente comencé a explicar que siempre tuve interés en historias complicadas que afrontar, volqué mi mirada hacia la joven, y le di una palabra de agradecimiento por dejarme tomar este desafió, si la buena señora así lo consideraba. Expresé mi interés por iniciar lo más pronto posible. «¡Bien! es lo que esperé oír hoy» fue un inusitado grito de júbilo de parte de la señora, se puso de pie para saludarnos con un fuerte abrazo nos despidió, «la señorita se comunicará con usted por el día del inicio y los horarios de trabajo».
Nunca había tenido una emoción tan fuerte como esa ocasión, todo tenía un singular perfume a euforia, definitivamente dije adiós a la vieja panadería.


Mi amigo sabueso

Eran años difíciles los que pasaban, la madre había fallecido y dejado a sus hijos los únicos dos bienes libres de deudas: el viejo auto y el sabueso.
Los muchachos venían de perder la casa donde habían nacido. Su padre había muerto por una bala perdida en las revueltas callejeras promovidas por los miles que protestaban por los despidos masivos. Su madre había pasado postrada varios años por alguna enfermedad que el padre había mantenido siempre oculta, con el propósito de hacer liviano el desarrollo de sus hijos.
«El auto para Lucas, el sabueso para Maxi». Detallaba la última voluntad de sus padres.
Maxi, el más pequeño, se sintió desilusionado, hasta traicionado, por sus padres.
Pasaba los días recorriendo las plazas donde paseaba a Tiko, el sabueso juguetón. Cansado de caminar todo el día, permanecía sentado en algún banco de la plaza, mientras su mascota corría tras las palomas, por la noche le alcanzaba un palo para que se lo tirara, mientras retozaba en el césped.
Una noche conoció a una señora, cuando ella paseaba a su delicada caniche. El sabueso corría en círculos incitando a la visitante a que corriera tras él. Los fuertes tirones que hacía la caniche molestaron a su dueña, que, con tono de enfado, expresó «¡Alto! acá» e hizo sonar su palma en la pierna derecha. Como un destello, caniche y sabueso aparecieron sentados a su costado, con la cabeza en alto y la mirada fija al frente.
La señora cambió su expresión de enojo por una de  sorprendida e incrédula, bajó la mirada y la mantuvo fija en ambos perros; con los labios temblorosos, dio un paso al costado, se llenó de aire hasta conseguir erguirse y dio la orden de: «!Busque¡». El sabueso salió corriendo hasta donde estaba Maxi recostado en la banca, tomándolo de la mano y a los tirones lo llevó hasta donde estaba la señora.
Con la cara de desconcierto el muchacho dejó sus quejidos y levantó los ojos, era una figura espigada, mirada penetrante y con rostro de satisfacción, esbozó una sonrisa.
—Eres el dueño —inquirió la señora.
—Ah… sí, sí —titubeó, intentando salir de su turbación.
—¿Cómo se llama el sabueso?
—Su nombre es Tiko.
—Es un perro muy lindo. ¿Dónde lo entrenaste?
Puso su mano izquierda en la cabeza y con la mirada dispersa en la plaza, comenzó a contar que el sabueso era el legado de su difunto padre, él lo había encontrado en una plaza cuando regresaba del empleo, había permanecido un par de horas esperando a que alguien lo fuera a buscar, durante dos semanas lo llevó a esa plaza por si aparecía el dueño del cachorro, jamás alguien lo reclamó, cuando tuvo edad suficiente lo entrenó y enseñó trucos, era su ocupación diaria mientras estuvo desempleado.
La señora sacó una tarjeta y le pidió que lo visitara y que no olvidara llevar a Tiko. «Pregunta por Estée». Con una amplia sonrisa se despidió de sus dos nuevos amigos.
Maxi aún no salía de su perplejidad, caminó hasta la banca que durante la noche hacía de litera y durante el día de confortable sofá. Pasó el feriado largo y, como había prometido, fue a visitar a la señora dueña de la caniche.
En la dirección que indicaba la tarjeta, había un enorme edificio de varios pisos, recubierto de cristal; dos guardias de seguridad custodiaban el ingreso del edificio. Cuando el joven se aproximó, uno de los guardas salió y lo detuvo en la puerta:
—Chico, no se permite perros en este lugar.
 Maxi sacó del bolsillo la tarjeta
—Vengo a visitar a Estée, ella nos invitó.
         El hombre ingresó con la tarjeta en la mano, fue hacia la recepción, donde una joven tenía la nariz hundida en una pantalla. Levantó la mirada y preguntó:
—¿Qué traes en la mano? —El vigilante alcanzó la tarjeta.
—Ah, es de la directora de la empresa, ¿quién te la dio?
El custodio indicó hacia el muchacho y su mascota. Entonces, ella tomó una tarjeta magnética que tenía en su escritorio y, con paso firme, se dirigió hasta donde estaba el joven con su sabueso.
Lo llevó hasta el décimo piso, durante todo el trayecto no quitó su mirada del joven. Lo dejó en una amplia oficina en compañía de una elegante secretaria, tras esperar media hora, lo hizo pasar al despacho de Estée. La señora le hizo una cálida recepción, propinó algunos mimos a Tiko, y este no dejaba de festejar las caricias.
Por varios minutos indagó con preguntas sutiles al muchacho, hasta que le hizo una propuesta:
—Estuve entrenando a Candice, mi caniche, para un proyecto de alivio de estrés que hasta hoy no he podido poner en marcha, debido a la extremada timidez de Candice. Tiko es vivaz, simpático, un poco atrevido y además está entrenado. Lo que quiero decirte es que me gustaría que trabajen conmigo en este proyecto, tendrás un departamento para ti y Tiko, por supuesto, recibirás un sueldo por dos. ¿Me ayudarás con este proyecto?
—Sorprendió al joven, que no esperaba semejante propuesta.
—Su oferta es muy generosa, y no me puedo negar, en respuesta a su pedido, haré mi mejor esfuerzo para que sea exitoso su plan.
El joven volvió incrédulo a la banca de la plaza, en su cabeza martillaba el pensamiento:
«Cómo pude dudar de la generosidad de mi padre».

lunes, 9 de abril de 2012

POPOL VUH

LIBRO SAGRADO DE LOS MAYAS 
"POPOL VUH" 
(O "Libro del Indígena Quiché")
 PREÁMBULO

     Este es el principio de las antiguas historias de este lugar llamado Quiché. Aquí escribiremos y comenzaremos las antiguas historias, el principio y origen de todo lo que se hizo en la ciudad de Quiché, por las tribus de la nación quiché.
     Y aquí traeremos la manifestación, la publicación y la narración de lo que estaba oculto, la revelación por Tzacol, Bitol, Alom, Qaholom, que se llaman Hunahpú-Vuch, Hunahpú-Utiú, Zaqui-Nimá-Tziís, Tepeu, Gucumatz, u Qux Cho, u Qux Paló, Ah Raxá Lac, Ah Raxá Tzel, así llamados. Y [al mismo tiempo] la declaración, la narración conjuntas de la Abuela y el Abuelo cuyos nombres son Ixpiyacoc e Ixmucané, amparadores y protectores, dos veces abuela, dos veces abuelo, así llamados en las historias quichés, cuando contaban todo lo que hicieron en el principio de la vida, el principio de la historia.
      Esto lo escribiremos ya dentro de la ley de Dios, en el Cristianismo, lo sacaremos a luz, porque ya no se ve el Popo Vuh, así llamado, donde se veía claramente la venida del otro lado del mar, la narración de nuestra oscuridad, y se veía claramente la vida.
      Existía el libro original, escrito antiguamente, pero su vista está oculta al investigador y al pensador. Grande era la descripción y el relato de cómo se acabó de formar todo el cielo y la tierra, cómo fue formado y repartido en cuatro partes, cómo fue señalado y el cielo fue medido y se trajo la cuerda de medir y fue extendida en el cielo y en la tierra, en los cuatro ángulos, en los cuatro rincones, como fue dicho por el Creador y el Formador, la madre y el padre de la vida, de todo lo creado, el que da la respiración y el pensamiento, la que da a luz a los hijos, el que vela por la felicidad de los pueblos, la felicidad del linaje humano, el sabio, el que medita en la bondad de todo lo que existe en el cielo, en la tierra, en los lagos y en el mar.
      Notas de Adrián Recinos: Tzacol, Bitol, el Creador y el Formador Alom, la diosa madre, la que concibe los hijos, de al, hijo, alán, dar a luz. Qaholom, el dios padre que engendra los hijos, de qahol, hijo del padre, qaholaj, engendrar. Madre y padre los llama Ximénez; son el Gran Padre y la Gran Madre, así llamados por los indios, según refiere Las Casas, y que estaban en el cielo. Hunahpú-Vuch, un cazador vulpeja o tacuazín (Opposum), dios del amanecer; vuch es el momento que precede al amanecer.
      Hunahpú-Vuch, es la divinidad en potencia femenina, según Seler. Hunahpú-Utiú, un cazador coyote, variedad de lobo (Canis latrans), dios de la noche, en potencia masculina; Zaqui-Nimá-Tziís, Gran pisote blanco (Nasua nasica) o coatí, encanecido por la edad, diosa madre; y su consorte Nim-Ac, Gran cerdo montés, o jabalí, ausente en este lugar por una omisión mecánica, pero invocado en el capítulo siguiente;Tepeu, el rey o soberano, del náhualt Tepeuh, tepeuani, que Molina traduce por conquistador o vencedor en batalla; ah tepeual entre los mayas, quienes lo tomaron igualmente de los mexicanos. Gucumatz, serpiente cubierta de plumas verdes, de guc, en maya, kuk, plumas verdes, quetzal por antonomasia, y cumatz, serpiente; es la versión quiché de Kukulkán, el nombre maya de Quetzalcóatl, el rey tolteca, conquistador, civilizador y dios de Yucatán durante el período del Nuevo Imperio Maya. El fuerte colorido mexicano de la religión de los quichés se refleja en esta pareja creadora que continúa siendo evocada a través del libro hasta que la divinidad toma forma corporal en Tohil, a quien en la Tercera Parte se identifica expresamente con Quetzalcóatl; U Qux Cho, el corazón o el espíritu de la laguna. U Qux Paló, el corazón o el espíritu del mar. Ya se verá que a la divinidad la llamaban también el Corazón del Cielo, u Qux Cah; Ah Raxá Lac, el Señor del verde plato, o sea la tierra; Ah Raxá Tzel, el Señor de la jícara verde o del cajete azul, como dice Ximénez, o sea el cielo. 
      El nombre Hunahpú ha sido objeto de muchas interpretaciones. Literalmente significa un cazador con cerbatana, un tirador; etimológicamente es eso mismo y es vocablo de la lengua maya, ahpú en maya es cazador, y ah ppuh ob, forma de plural, son los monteros que van a la caza, según el Diccionario de Motul. Es evidente, sin embargo, que los quichés debían tener alguna razón más plausible que esta etimología para dar ese nombre a la divinidad. El cazador en los tiempos primitivos era un personaje muy importante; el pueblo vivía de la caza y de los frutos espontáneos de la tierra antes de la invención de la agricultura. Hunahpú sería, en consecuencia, el cazador universal, que proveía al hombre de su sustento; hun tiene también en maya la acepción de general y universal. Pero posiblemente los quichés que descendían directamente de los mayas, quisieron reproducir en el nombre Hunahpú el sonido de la palabra maya Hunab Ku, "el único dios", que servían para designar al dios principal del panteón maya, que no podía representarse materialmente, por ser incorpóreo. La pintura de un cazador podría haber servido en los tiempos antiguos para representar el fonema Hunab Ku que encerraba una idea abstracta, la de un ser espiritual y divino. El procedimiento es común en la escritura pictográfica precolombina. Hunahpú es también el nombre del vigésimo día del calendario quiché, el día más venerado de los antiguos, equivalente al maya Ahau, señor o jefe, y al náhualt Xóchitl, flor y sol, símbolo del dios sol o Tonatiuh.
      Ixpiyaco e Ixmucané, el viejo y la vieja (en maya ixnuc es vieja), equivalentes de los dioses mexicanos Cipactonal y Oxomoco, los sabios que según la leyenda tolteca inventaron la astrología judiciaria y compusieron la cuenta de los tiempos, o sea el calendario.

 Primera Parte
Capítulo Primero

      Esta es la relación de cómo todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo inmóvil, callado, y vacía la extensión del cielo.
     Esta es la primera relación, el primer discurso. No había todavía un hombre, ni un animal, pájaros, peces, cangrejos, árboles, piedras, cuevas, barrancas, hierbas ni bosques: sólo el cielo existía. No se manifestaba la faz de la tierra. Sólo estaban el mar en calma y el cielo en toda su extensión. No había nada que estuviera en pie; sólo el agua en reposo, el mar apacible, solo y tranquilo. No había nada dotado de existencia.
      Solamente había inmovilidad y silencio en la obscuridad, en la noche. Sólo el Creador, el Formador, Tepeu, Gucumatz, los Progenitores, estaban en el agua rodeados de claridad. Estaban ocultos bajo plumas verdes y azules, por eso se les llama Gucumatz. De grandes sabios, de grandes pensadores es su naturaleza. De esta manera existía el cielo y también el Corazón del Cielo, que éste es el nombre de Dios.
     Así contaban. Llegó aquí entonces la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gucumatz, en la obscuridad, en la noche, y hablaron entre sí Tepeu y Gucumatz. Hablaron, pues, consultando entre sí y meditando; se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y su pensamiento. Entonces se manifestó con claridad, mientras meditaban, que cuando amaneciera debía aparecer el hombre. Entonces dispusieron la creación y crecimiento de los árboles y los bejucos y el nacimiento de la vida y la creación del hombre.
      Se dispuso así en las tinieblas y en la noche por el Corazón del Cielo, que se llama Huracán. El primero se llama Caculhá-Huracán. El segundo es Chipi-Caculhá. El tercero es Raxá-Caculhá. Y estos tres son el Corazón del Cielo.
      Entonces vinieron juntos Tepeu y Gucumatz; entonces conferenciaron sobre la vida y la claridad, cómo se hará para que aclare y amanezca, quién será el que produzca el alimento y el sustento. -- ¡Hágase así! ¡Que se llene el vacío! ¡Que esta agua se retire y desocupe [el espacio], que surja la tierra y que se afirme! Así dijeron. ¡Que aclare, que amanezca en el cielo y en la tierra! No habrá gloria ni grandeza en nuestra creación y formación hasta que exista la criatura humana, el hombre formado.
     Así dijeron. Luego la tierra fue creada por ellos. Así fue en verdad como se hizo la creación de la tierra: -- ¡Tierra! -- dijeron, y al instante fue hecha. Como la neblina, como la nube y como una polvareda fue la creación, cuando surgieron del agua las montanas; y al instante crecieron las montañas.
      Solamente por un prodigio, sólo por arte mágica se realizó la formación de las montañas y los valles; y al instante brotaron juntos los cipresales y pinares en la superficie. Y así se llenó de alegría Gucumatz, diciendo: -- ¡Buena ha sido tu venida, Corazón del Cielo; tú, Huracán, y tú, Chipi-Caculhá, Raxá-Caculhá! -- Nuestra obra, nuestra creación será terminada -- contestaron.
      Primero se formaron la tierra, las montañas y los valles; se dividieron las corrientes de agua, los arroyos se fueron corriendo libremente entre los cerros, y las aguas quedaron separadas cuando aparecieron las altas montañas. Así fue la creación de la tierra, cuando fue formada por el Corazón del Cielo, el Corazón de la Tierra, que así son llamados los que primero la fecundaron, cuando el cielo estaba en suspenso y la tierra se hallaba sumergida dentro del agua.
      De esta manera se perfeccionó la obra, cuando la ejecutaron después de pensar y meditar sobre su feliz terminación.

 Capítulo II

       Luego hicieron a los animales pequeños del monte, los guardianes de todos los bosques, los genios de la montaña, los venados, los pájaros, leones, tigres, serpientes, culebras, cantiles [víboras], guardianes de los bejucos. Y dijeron los Progenitores: -- ¿Sólo silencio e inmovilidad habrá bajo los árboles y los bejucos? Conviene que en lo sucesivo haya quien los guarde. Así dijeron cuando meditaron y hablaron en seguida. Al punto fueron creados los venados y las aves.
     En seguida les repartieron sus moradas a los venados y a las aves. -- Tú, venado, dormirás en la vega de los ríos y en los barrancos. Aquí estarás entre la maleza, entre las hierbas; en el bosque os multiplicaréis, en cuatro pies andaréis y os sostendréis-- . Y así como se dijo, se hizo. Luego designaron también su morada a los pájaros pequeños y a las aves mayores: -- Vosotros, pájaros, habitaréis sobre los árboles y los bejucos, allí haréis vuestros nidos, allí os multiplicaréis, allí os sacudiréis en las ramas de los árboles y de los bejucos --. Así les fue dicho a los venados y a los pájaros para que hicieran lo que debían hacer, y todos tomaron sus habitaciones y sus nidos.
      De esta manera los Progenitores les dieron sus habitaciones a los animales de la tierra. Y estando terminada la creación de todos los cuadrúpedos y las aves, les fue dicho a los cuadrúpedos y pájaros por el Creador y el Formador y los Progenitores: -- Hablad, gritad, gorjead, llamad, hablad cada uno según vuestra especie, según la variedad de cada uno -- . Así les fue dicho a los venados, los pájaros, leones, tigres y serpientes. -- Decid, pues, vuestros nombres, alabadnos a nosotros, vuestra madre, vuestro padre. ¡Invocad, pues, a Huracán, Chipi-Calculhá, Raxa-Calculhá, el Corazón del Cielo, el Corazón de la Tierra, el Creador, el Formador, los Progenitores; hablad, invocadnos, adoradnos! -- les dijeron. Pero no se pudo conseguir que hablaran como los hombres; sólo chillaban, cacareaban y gramaban; no se manifestó la forma de su lenguaje, y cada uno gritaba de manera diferente.
      Cuando el Creador y el Formador vieron que no era posible que hablaran, se dijeron entre sí: -- No ha sido posible que ellos digan nuestro nombre, el de nosotros, sus creadores y formadores. Esto no está bien --, dijeron entre sí los Progenitores. Entonces se les dijo: -- Seréis cambiados porque no se ha conseguido que habléis. Hemos cambiado de parecer: vuestro alimento, vuestra pastura, vuestra habitación y vuestros nidos los tendréis, serán los barrancos y los bosques, porque no se ha podido lograr que nos adoréis ni nos invoquéis. Todavía hay quienes nos adoren, haremos otros [seres] que sean obedientes. Vosotros aceptad vuestro destino: vuestras carnes serán trituradas. Así será. Esta será vuestra suerte--. Así dijeron cuando hicieron saber su voluntad a los animales pequeños y grandes que hay sobre la faz de la tierra. Luego quisieron probar suerte nuevamente; quisieron hacer otra tentativa y quisieron probar de nuevo a que los adoraran. Pero no pudieron entender su lenguaje entre ellos mismos, nada pudieron conseguir y nada pudieron hacer.
      Por esta razón fueron inmoladas sus carnes y fueron condenados a ser comidos y matados los animales que existen sobre la faz de la tierra. Así, pues, hubo que hacer una nueva tentativa de crear y formar al hombre por el Creador, el Formador y los Progenitores. -- ¡A probar otra vez! Ya se acercan el amanecer y la aurora; hagamos al que nos sustentará y alimentará! ¿Cómo haremos para ser invocados, para ser recordados sobre la tierra? Ya hemos probado con nuestras primeras obras, nuestras primeras criaturas; pero no se pudo lograr que fuésemos alabados y venerados por ellos.
       Probemos ahora a hacer unos seres obedientes, respetuosos, que nos sustenten y alimenten --. Así dijeron. Entonces fue la creación y la formación. De tierra, de lodo hicieron la carne [del hombre]. Pero vieron que no estaba bien, porque se deshacía, estaba blando, no tenía movimiento, no tenía fuerza, se caía, estaba aguado, no movía la cabeza, la cara se le iba para un lado, tenía velada la vista, no podía ver hacia atrás.
      Al principio hablaba, pero no tenía entendimiento. Rápidamente se humedeció dentro del agua y no se pudo sostener. Y dijeron el Creador y el Formador: -- Bien se ve que no podía andar ni multiplicarse. Que se haga una consulta acerca de esto, dijeron. Entonces desbarataron y deshicieron su obra y su creación. Y en seguida dijeron: -- ¿Cómo haremos para perfeccionar, para que salgan bien nuestros adoradores, nuestros invocadores?-- Así dijeron cuando de nuevo consultaron entre sí. -- Digámosles a Ixpiyacoc, Ixmucané, Hunahpú-Vuch, Hunahpú-Utiú : ¡Probad suerte otra vez! ¡Probad a hacer la creación! -- Así dijeron entre sí el Creador y el Formador cuando hablaron a Ixpiyacoc e Ixmucané.
       En seguida les hablaron a aquellos adivinos, la abuela del día, la abuela del alba, que así eran llamados por el Creador y el Formador, y cuyos nombres eran Ixpiyacoc e Ixmucané. Y dijeron Huracán, Tepeu y Gucumatz cuando le hablaron al agorero, al formador, que son los adivinos: -- Hay que reunirse y encontrar los medios para que el hombre que vamos a crear nos sostenga y alimente, nos invoque y se acuerde de nosotros. -- Entrad, pues, en consulta, abuela, abuelo, nuestra abuela, nuestro abuelo, Ixpiyacoc, Ixmucané, haced que aclare, que amanezca, que seamos invocados, que seamos adorados, que seamos recordados por el hombre creado, por el hombre formado, por el hombre mortal, haced que así se haga. -- Dad a conocer vuestra naturaleza, Hunaphú-Vuch, Hunahpú-Utiú, dos veces madre, dos veces padre, Nim-Ac, Nimá-Tziís, el Señor de la esmeralda, el joyero, el escultor, el tallador, el Señor de los hermosos platos, el Señor de la verde jícara, el maestro de la resina, el maestro Toltecat, la abuela del sol, la abuela del alba, que así seréis llamados por nuestras obras y nuestras criaturas. -- Echad la suerte con vuestros granos de maíz y de tzité. Hágase así y se sabrá y resultará si labraremos o tallaremos su boca y sus ojos en madera--. Así les fue dicho a los adivinos.
       A continuación vino la adivinación, la echada de la suerte con el maíz y el tzité. ¡Suerte! ¡Criatura!, les dijeron entonces una vieja y un viejo. Y este viejo era el de las suertes del tzité, el llamado Ixpiyacoc. Y la vieja era la adivina, la formadora, que se llamaba Chiracán Ixmucané. Y comenzando la adivinación, dijeron así: -- ¡Juntaos, acoplaos! ¡Hablad, que os oigamos, decid, declarad si conviene que se junte la madera y que sea labrada por el Creador y el Formador, y si éste [el hombre de madera] es el que nos ha de sustentar y alimentar cuando aclare, cuando amanezca! Tú, maíz; tú, tzité; tú, suerte; tú, criatura; ¡uníos, ayuntaos! les dijeron al maíz, al tzité, a la suerte, a la criatura. ¡Ven a sacrificar aquí, Corazón del Cielo; no castiguéis a Tepeu y Gucumatz! Entonces hablaron y dijeron la verdad: -- Buenos saldrán vuestros muñecos hechos de madera; hablarán y conversarán vuestros muñecos hechos de madera, hablarán y conversarán sobre la faz de la tierra. -- ¡Así sea! -- contestaron, cuando hablaron. Y al instante fueron hechos los muñecos labrados en madera. Se parecían al hombre, hablaban como el hombre y poblaron la superficie de la tierra.
      Existieron y se multiplicaron; tuvieron hijas, tuvieron hijos los muñecos de palo; pero no tenían alma, ni entendimiento, no se acordaban de su Creador, de su Formador; caminaban sin rumbo y andaban a gatas. Ya no se acordaban del Corazón del Cielo y por eso cayeron en desgracia.
     Fue solamente un ensayo, un intento de hacer hombres. Hablaban al principio, pero su cara estaba enjuta; sus pies y sus manos no tenían consistencia; no tenían sangre, ni substancia, ni humedad, ni gordura; sus mejillas estaban secas, secos sus pies y sus manos, y amarillas sus carnes.
      Por esta razón ya no pensaban en el Creador ni en el Formador, en los que les daban el ser y cuidaban de ellos. Estos fueron los primeros hombres que en gran número existieron sobre la faz de la tierra.

Capítulo II

       Luego hicieron a los animales pequeños del monte, los guardianes de todos los bosques, los genios de la montaña, los venados, los pájaros, leones, tigres, serpientes, culebras, cantiles [víboras], guardianes de los bejucos. Y dijeron los Progenitores: -- ¿Sólo silencio e inmovilidad habrá bajo los árboles y los bejucos? Conviene que en lo sucesivo haya quien los guarde. Así dijeron cuando meditaron y hablaron en seguida. Al punto fueron creados los venados y las aves. En seguida les repartieron sus moradas a los venados y a las aves. -- Tú, venado, dormirás en la vega de los ríos y en los barrancos.
       Aquí estarás entre la maleza, entre las hierbas; en el bosque os multiplicaréis, en cuatro pies andaréis y os sostendréis-- . Y así como se dijo, se hizo. Luego designaron también su morada a los pájaros pequeños y a las aves mayores: -- Vosotros, pájaros, habitaréis sobre los árboles y los bejucos, allí haréis vuestros nidos, allí os multiplicaréis, allí os sacudiréis en las ramas de los árboles y de los bejucos --. Así les fue dicho a los venados y a los pájaros para que hicieran lo que debían hacer, y todos tomaron sus habitaciones y sus nidos.
      De esta manera los Progenitores les dieron sus habitaciones a los animales de la tierra. Y estando terminada la creación de todos los cuadrúpedos y las aves, les fue dicho a los cuadrúpedos y pájaros por el Creador y el Formador y los Progenitores: -- Hablad, gritad, gorjead, llamad, hablad cada uno según vuestra especie, según la variedad de cada uno -- . Así les fue dicho a los venados, los pájaros, leones, tigres y serpientes. -- Decid, pues, vuestros nombres, alabadnos a nosotros, vuestra madre, vuestro padre. ¡Invocad, pues, a Huracán, Chipi-Calculhá, Raxa-Calculhá, el Corazón del Cielo, el Corazón de la Tierra, el Creador, el Formador, los Progenitores; hablad, invocadnos, adoradnos! -- les dijeron. Pero no se pudo conseguir que hablaran como los hombres; sólo chillaban, cacareaban y gramaban; no se manifestó la forma de su lenguaje, y cada uno gritaba de manera diferente.
       Cuando el Creador y el Formador vieron que no era posible que hablaran, se dijeron entre sí: -- No ha sido posible que ellos digan nuestro nombre, el de nosotros, sus creadores y formadores. Esto no está bien --, dijeron entre sí los Progenitores. Entonces se les dijo: -- Seréis cambiados porque no se ha conseguido que habléis. Hemos cambiado de parecer: vuestro alimento, vuestra pastura, vuestra habitación y vuestros nidos los tendréis, serán los barrancos y los bosques, porque no se ha podido lograr que nos adoréis ni nos invoquéis. Todavía hay quienes nos adoren, haremos otros [seres] que sean obedientes.
       Vosotros aceptad vuestro destino: vuestras carnes serán trituradas. Así será. Esta será vuestra suerte--. Así dijeron cuando hicieron saber su voluntad a los animales pequeños y grandes que hay sobre la faz de la tierra. Luego quisieron probar suerte nuevamente; quisieron hacer otra tentativa y quisieron probar de nuevo a que los adoraran. Pero no pudieron entender su lenguaje entre ellos mismos, nada pudieron conseguir y nada pudieron hacer.
       Por esta razón fueron inmoladas sus carnes y fueron condenados a ser comidos y matados los animales que existen sobre la faz de la tierra. Así, pues, hubo que hacer una nueva tentativa de crear y formar al hombre por el Creador, el Formador y los Progenitores. -- ¡A probar otra vez! Ya se acercan el amanecer y la aurora; hagamos al que nos sustentará y alimentará! ¿Cómo haremos para ser invocados, para ser recordados sobre la tierra? Ya hemos probado con nuestras primeras obras, nuestras primeras criaturas; pero no se pudo lograr que fuésemos alabados y venerados por ellos.
      Probemos ahora a hacer unos seres obedientes, respetuosos, que nos sustenten y alimenten --. Así dijeron. Entonces fue la creación y la formación. De tierra, de lodo hicieron la carne [del hombre]. Pero vieron que no estaba bien, porque se deshacía, estaba blando, no tenía movimiento, no tenía fuerza, se caía, estaba aguado, no movía la cabeza, la cara se le iba para un lado, tenía velada la vista, no podía ver hacia atrás. Al principio hablaba, pero no tenía entendimiento.
      Rápidamente se humedeció dentro del agua y no se pudo sostener. Y dijeron el Creador y el Formador: -- Bien se ve que no podía andar ni multiplicarse. Que se haga una consulta acerca de esto, dijeron. Entonces desbarataron y deshicieron su obra y su creación. Y en seguida dijeron: -- ¿Cómo haremos para perfeccionar, para que salgan bien nuestros adoradores, nuestros invocadores?-- Así dijeron cuando de nuevo consultaron entre sí. -- Digámosles a Ixpiyacoc, Ixmucané, Hunahpú-Vuch, Hunahpú-Utiú : ¡Probad suerte otra vez! ¡Probad a hacer la creación! -- Así dijeron entre sí el Creador y el Formador cuando hablaron a Ixpiyacoc e Ixmucané.
      En seguida les hablaron a aquellos adivinos, la abuela del día, la abuela del alba, que así eran llamados por el Creador y el Formador, y cuyos nombres eran Ixpiyacoc e Ixmucané. Y dijeron Huracán, Tepeu y Gucumatz cuando le hablaron al agorero, al formador, que son los adivinos: -- Hay que reunirse y encontrar los medios para que el hombre que vamos a crear nos sostenga y alimente, nos invoque y se acuerde de nosotros. -- Entrad, pues, en consulta, abuela, abuelo, nuestra abuela, nuestro abuelo, Ixpiyacoc, Ixmucané, haced que aclare, que amanezca, que seamos invocados, que seamos adorados, que seamos recordados por el hombre creado, por el hombre formado, por el hombre mortal, haced que así se haga. -- Dad a conocer vuestra naturaleza, Hunaphú-Vuch, Hunahpú-Utiú, dos veces madre, dos veces padre, Nim-Ac, Nimá-Tziís, el Señor de la esmeralda, el joyero, el escultor, el tallador, el Señor de los hermosos platos, el Señor de la verde jícara, el maestro de la resina, el maestro Toltecat, la abuela del sol, la abuela del alba, que así seréis llamados por nuestras obras y nuestras criaturas. -- Echad la suerte con vuestros granos de maíz y de tzité. Hágase así y se sabrá y resultará si labraremos o tallaremos su boca y sus ojos en madera--. Así les fue dicho a los adivinos.
      A continuación vino la adivinación, la echada de la suerte con el maíz y el tzité. ¡Suerte! ¡Criatura!, les dijeron entonces una vieja y un viejo. Y este viejo era el de las suertes del tzité, el llamado Ixpiyacoc. Y la vieja era la adivina, la formadora, que se llamaba Chiracán Ixmucané. Y comenzando la adivinación, dijeron así: -- ¡Juntaos, acoplaos! ¡Hablad, que os oigamos, decid, declarad si conviene que se junte la madera y que sea labrada por el Creador y el Formador, y si éste [el hombre de madera] es el que nos ha de sustentar y alimentar cuando aclare, cuando amanezca! Tú, maíz; tú, tzité; tú, suerte; tú, criatura; ¡uníos, ayuntaos! les dijeron al maíz, al tzité, a la suerte, a la criatura. ¡Ven a sacrificar aquí, Corazón del Cielo; no castiguéis a Tepeu y Gucumatz! Entonces hablaron y dijeron la verdad: -- Buenos saldrán vuestros muñecos hechos de madera; hablarán y conversarán vuestros muñecos hechos de madera, hablarán y conversarán sobre la faz de la tierra. -- ¡Así sea! -- contestaron, cuando hablaron. Y al instante fueron hechos los muñecos labrados en madera.
       Se parecían al hombre, hablaban como el hombre y poblaron la superficie de la tierra. Existieron y se multiplicaron; tuvieron hijas, tuvieron hijos los muñecos de palo; pero no tenían alma, ni entendimiento, no se acordaban de su Creador, de su Formador; caminaban sin rumbo y andaban a gatas. Ya no se acordaban del Corazón del Cielo y por eso cayeron en desgracia. Fue solamente un ensayo, un intento de hacer hombres. Hablaban al principio, pero su cara estaba enjuta; sus pies y sus manos no tenían consistencia; no tenían sangre, ni substancia, ni humedad, ni gordura; sus mejillas estaban secas, secos sus pies y sus manos, y amarillas sus carnes. Por esta razón ya no pensaban en el Creador ni en el Formador, en los que les daban el ser y cuidaban de ellos.
      Estos fueron los primeros hombres que en gran número existieron sobre la faz de la tierra.

 Capítulo III

       En seguida fueron aniquilados, destruidos y deshechos los muñecos de palo, recibieron la muerte. Una inundación fue producida por el Corazón del Cielo; un gran diluvio se formó, que cayó sobre las cabezas de los muñecos de palo. De tzité se hizo la carne del hombre, pero cuando la mujer fue labrada por el Creador y el Formador, se hizo de espadaña la carne de la mujer.
      Estos materiales quisieron el Creador y el Formador que entraran en su composición. Pero no pensaban, no hablaban con su Creador, su Formador, que los habían hecho, que los habían creado. Y por esta razón fueron muertos, fueron anegados. Una resina abundante vino del cielo. El llamado Xecotcovach llegó y les vació los ojos; Camalotz vino a cortarles la cabeza; y vino Cotzbalam y les devoró las carnes.
      El Tucumbalam llegó también y les quebró y magulló los huesos y los nervios, les molió y desmoronó los huesos. Y esto fue para castigarlos porque no habían pensado en su madre, ni en su padre, el Corazón del Cielo, llamado Huracán. Y por este motivo se obscureció la faz de la tierra y comenzó una lluvia negra, una lluvia de día, una lluvia de noche. Llegaron entonces los animales pequeños, los animales grandes, y los palos y las piedras les golpearon las caras.
      Y se pusieron todos a hablar; sus tinajas, sus cómales, sus platos, sus ollas, sus perros, sus piedras de moler, todos se levantaron y les golpearon las caras. -- Mucho mal nos hacíais; nos comíais, y nosotros ahora os morderemos -- les dijeron sus perros y sus aves de corral. Y las piedras de moler: -- Éramos atormentadas por vosotros; cada día, cada día, de noche, al amanecer, todo el tiempo hacían holi, holi, huqui, huqui nuestras caras, a causa de vosotros.
      Este era el tributo que os pagábamos. Pero ahora que habéis dejado de ser hombres probaréis nuestras fuerzas. Moleremos y reduciremos a polvo vuestras carnes, les dijeron sus piedras de moler. Y he aquí que sus perros hablaron y les dijeron: -- ¿Por qué no nos dabais nuestra comida? Apenas estábamos mirando y ya nos arrojabais de vuestro lado y nos echabais fuera. Siempre teníais listo un palo para pegarnos mientras comíais. Así era como nos tratabais.
      Nosotros no podíamos hablar. Quizás no os diéramos muerte ahora; pero ¿por qué no reflexionabais, por qué no pensabais en vosotros mismos? Ahora nosotros os destruiremos, ahora probaréis vosotros los dientes que hay en nuestra boca: os devoraremos, dijeron los perros, y luego les destrozaron las caras. Y a su vez sus comales, sus ollas les hablaron así: -- Dolor y sufrimiento nos causabais. Nuestra boca y nuestras caras estaban tiznadas, siempre estábamos puestos sobre el fuego y nos quemabais como si no sintiéramos dolor. Ahora probaréis vosotros, os quemaremos -- dijeron sus ollas, y todos les destrozaron las caras. Las piedras del hogar que estaban amontonadas, se arrojaron directamente desde el fuego contra sus cabezas causándoles dolor.
       Desesperados corrían de un lado para otro; querían subirse sobre las casas y las casas se caían y los arrojaban al suelo; querían subirse sobre los árboles y los árboles los lanzaban a lo lejos; querían entrar a las cavernas y las cavernas se cerraban ante ellos. Así fue la ruina de los hombres que habían sido creados y formados, de los hombres hechos para ser destruidos y aniquilados: a todos les fueron destrozadas las bocas y las caras.
       Y dicen que la descendencia de aquellos son los monos que existen ahora en los bosques; éstos son la muestra de aquellos, porque sólo de palo fue hecha su carne por el Creador y el Formador. Y por esta razón el mono se parece al hombre, es la muestra de una generación de hombres creados, de hombres formados que eran solamente muñecos y hechos solamente de madera.

 Segunda Parte
Capítulo X (...)

      Dijo entonces Ixbalamqué a Hunahpú:
—¿Comenzará ya a amanecer? mira tú.
—Tal vez sí, voy a ver, contestó éste.
       Y como tenía muchas ganas de ver afuera de la boca de la cerbatana y quería ver si había amanecido, al instante le cortó la cabeza Camazotz y el cuerpo de Hunahpú quedó decapitado. Nuevamente preguntó lxbalanqué:
—¿No ha amanecido todavía? Pero Hunahpú no se movía.
—¿A dónde ha ido Hunahpú? ¿Qué es lo que has hecho? —Pero no se movía, y permanecía callado.
Entonces se sintió avergonzado lxbalanqué y exclamó:
—¡Desgraciados de nosotros! Estamos completamente vencidos. Fueron en seguida a colgar la cabeza sobre el juego de pelota por orden expresa de Hun-Camé y Vucub-Camé, y todos los de Xibalba se regocijaron por lo que le había sucedido a la cabeza de Hunahpú. Capítulo XI En seguida llamó lxbalanqué a todos los animales, al pisote, al jabalí, a todos los animales pequeños y grandes, durante la noche, y a la madrugada les preguntó cuál era su comida.
—¿Cuál es la comida de cada uno de vosotros? pues yo os he llamado para que escojáis vuestra comida, les dijo lxbalanqué.
—Muy bien, contestaron. Y en seguida se fueron a tomar cada uno lo suyo, y se marcharon todos juntos.
      Unos fueron a tomar las cosas podridas; otros fueron a coger hierbas; otros fueron a recoger piedras. Otros fueron a recoger tierra. Variadas eran las comidas de los animales pequeños y de los animales grandes.
      Detrás de ellos se había quedado la tortuga, la cual llegó contoneándose a tomar su comida. Y llegando al extremo del cuerpo tomó la forma de la cabeza de Hunahpú, y al instante le fueron labrados los ojos. Muchos sabios vinieron entonces del cielo.
      El Corazón del Cielo, Huracán, vinieron a cernerse sobre la Casa de los Murciélagos. Y no fue fácil acabar de hacerle la cara, pero salió muy buena; la cabellera también tenía una hermosa apariencia, y asimismo pudo hablar. Pero como ya quería amanecer y el horizonte se teñía de rojo. --oscurece de nuevo, viejo!, le fue dicho al zopilote.
—Está bien, contestó el viejo, y al instante oscureció el viejo. "Ya oscureció el zopilote", dice ahora la gente. Y así, durante la frescura del amanecer, comenzó su existencia.
—¿Estará bien?, dijeron. ¿Saldrá parecido a Hunahpú? -Está muy bien, contestaron. Y efectivamente, parecía de hueso la cabeza, se había transformado en una cabeza verdadera. Luego hablaron entre sí y se pusieron de acuerdo: -No juegues tú a la pelota; haz únicamente como que juegas yo sólo lo haré todo, le dijo Ixbalanqué. En seguida le dio sus órdenes a un conejo:
—Anda a colocarte sobre el juego de pelota, quédate allí entre el encinal, le fue dicho al conejo cuando se le dieron estas instrucciones durante la noche.
       En seguida amaneció y los dos muchachos estaban buenos y sanos. Luego bajaron a jugar a la pelota. La cabeza de Hunahpú estaba colgada sobre el juego de pelota.
—¡Hemos triunfado! ¡Habéis labrado vuestra propia ruina; ¡os habéis entregado! les decían. De esta manera provocaban a Hunahpú.
—Pégale a la cabeza con la pelota, le decían. Pero no lo molestaban con esto, él no se daba por entendido.
       Luego arrojaron la pelota los Señores de Xibalba. lxbalanqué le salió al encuentro; la pelota iba derecho al anillo, pero se detuvo, rebotando, pasó rápidamente por encima del juego de pelota y de un salto se dirigió hasta el encinal. El conejo salió al instante y se fue saltando; y los de Xibalba corrían persiguiéndolo. Iban haciendo ruido y gritando tras el conejo.
     Acabaron por irse todos los de Xibalba. En seguida se apoderó Ixbalanqué de la cabeza de Hunahpú; se llevó de nuevo la tortuga y fue a colocarla sobre el juego de pelota. Y aquella cabeza era verdaderamente la cabeza de Hunahpú y los dos muchachos se pusieron muy contentos.
       Fueron, pues, los de Xibalba a buscar la pelota y habiéndola encontrado entre las encinas, los llamaron, diciendo: -Venid acá. Aquí está la pelota, nosotros la encontramos, dijeron, y la tenían colgando. Cuando regresaron los de Xibalba exclamaron.
—¿Qué es lo que vemos? Luego comenzaron nuevamente a jugar. Tantos iguales hicieron por ambas partes. En seguida lxbalanqué le lanzó una piedra a la tortuga; ésta se vino al suelo y cayó en el patio del juego de pelota hecha mil pedazos como pepitas, delante de los Señores.
—¿Quién de vosotros irá a buscarla? ¿Dónde está el que irá a traerla? dijeron los de Xibalba. Y así fueron vencidos los señores de Xibalba por Hunahpú e Ixbalanqué. Grandes trabajos pasaron éstos, pero no murieron, a pesar de todo lo que les hicieron. Tercera Parte Capítulo I He aquí, pues, el principio de cuando se dispuso hacer al hombre, y cuando se buscó lo que debía entrar en la carne del hombre. Y dijeron los Progenitores, los Creadores y Formadores, que se llaman Tepeu y Gucumatz: "Ha llegado el tiempo del amanecer, de que se termine la obra y que aparezcan los que nos han de sustentar, y nutrir, los hijos esclarecidos, los vasallos civilizados; que aparezca el hombre, la humanidad, sobre la superficie de la tierra." Así dijeron.
      Se juntaron, llegaron y celebraron consejo en la oscuridad y en la noche; luego buscaron y discutieron, y aquí reflexionaron y pensaron. De esta manera salieron a luz claramente sus decisiones y encontraron y descubrieron lo que debía entrar en la carne del hombre.
      Poco faltaba para que el sol, la luna y las estrellas aparecieran sobre los Creadores y Formadores. De Paxil, de Cayalá, así llamados, vinieron las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas. Estos son los nombres de los animales que trajeron la comida: Yac [el gato de monte], Utiú [el coyote], Quel [una cotorra vulgarmente llamada chocoyo] y Hoh [el cuervo].
      Estos cuatro animales les dieron la noticia de las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas, les dijeron que fueran a Paxil y les enseñaron el camino de Paxil. Y así encontraron la comida y ésta fue la que entró en la carne del hombre creado, del hombre formado; ésta fue su sangre, de ésta se hizo la sangre del hombre. Así entró el maíz [en la formación del hombre] por obra de los Progenitores.
       Y de esta manera se llenaron de alegría, porque habían descubierto una hermosa tierra, llena de deleites, abundante en mazorcas amarillas y mazorcas blancas y abundante también en pataxte y cacao, y en innumerables zapotes, anonas, jocotes, nances, matasanos y miel.
      Abundancia de sabrosos alimentos había en aquel pueblo llamado de Paxil y Cayalá. Había alimentos de todas clases, alimentos pequeños y grandes, plantas pequeñas y plantas grandes. Los animales enseñaron el camino. Y moliendo entonces las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas, hizo Ixmucané nueve bebidas, y de este alimento provinieron la fuerza y la gordura y con él crearon los músculos y el vigor del hombre. Esto hicieron los Progenitores, Tepeu y Gucumatz, así llamados.
       A continuación entraron en pláticas acerca de la creación y la formación de nuestra primera madre y padre. De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne; de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre. Únicamente masa de maíz entró en la carne de nuestros padres, los cuatro hombres que fueron creados.

 Capítulo II

      Estos son los nombres de los primeros hombres que fueron creados y formados: el primer hombre fue Balam-Quitzé, el segundo Balam-Acab, el tercero Mahucutah y el cuarto Iqui-Balam. Estos son los nombres de nuestras primeras madres y padres. Se dice que ellos sólo fueron hechos y formados, no tuvieron madre, no tuvieron padre. Solamente se les llamaba varones. No nacieron de mujer, ni fueron engendrados por el Creador y el Formador, por los progenitores. Sólo por un prodigio, por obra de encantamiento fueron creados y formados por el Creador, el Formador, los Progenitores, Tepeu y Gucumatz.
        Y como tenían la apariencia de hombres, hombres fueron; hablaron, conversaron, vieron y oyeron, anduvieron, agarraban las cosas; eran hombres buenos y hermosos y su figura era figura de varón. Fueron dotados de inteligencia; vieron y al punto se extendió su vista, alcanzaron a ver, alcanzaron a conocer todo lo que hay en el mundo.
      Cuando miraban, al instante veían a su alrededor y contemplaban en torno a ellos la bóveda del cielo y la faz redonda de la tierra. Las cosas ocultas [por la distancia] las veían todas, sin tener primero que moverse; en seguida veían el mundo y asimismo desde el lugar donde estaban lo veían. Grande era su sabiduría; su vista llegaba hasta los bosques, las rocas, los lagos, los mares, las montañas y los valles. En verdad eran hombres admirables Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam.
        Entonces les preguntaron el Creador y el Formador: -- ¿Que pensáis de vuestro estado? ¿No miráis. ¿No oís? ¿No son buenos vuestro lenguaje y vuestra manera de andar? ¡Mirad, pues! ¡Contemplad el mundo, ved si aparecen las montañas y los valles! ¡Probad, pues, a ver!, les dijeron.
       Y en seguida acabaron de ver cuánto había en el mundo. Luego dieron las gracias al Creador y al Formador: -- ¡En verdad os damos gracias dos y tres veces! Hemos sido creados, se nos ha dado una boca y una cara, hablamos, oímos, pensamos y andamos; sentimos perfectamente y conocemos lo que está lejos y lo que está cerca. Vemos también lo grande y lo pequeño en el cielo y en la tierra.
      Os damos gracias, pues, por habernos creado, ¡oh Creador y Formador!, por habernos dado el ser, ¡oh abuela nuestra! ¡Oh nuestro abuelo!, dijeron dando las gracias por su creación y formación. Acabaron de conocerlo todo y examinaron los cuatro rincones y los cuatro puntos de la bóveda del cielo y de la faz de la tierra. Pero el Creador y el Formador no oyeron esto con gusto. -- No está bien lo que dicen nuestras criaturas, nuestras obras; todo lo saben, lo grande y lo pequeño --dijeron.
      Y así celebraron consejo nuevamente los Progenitores: -- ¿Qué haremos ahora con ellos? ¡Que su vista sólo alcance a lo que está cerca, que sólo vean un poco de la faz de la tierra! No está bien lo que dicen. ¿Acaso no son por su naturaleza simples criaturas y hechuras [nuestras]? ¿Han de ser ellos también dioses? ¿Y si no procrean y se multiplican cuando amanezca, cuando salga el sol? ¿Y si no se propagan? -- Así dijeron. -- Refrenemos un poco sus deseos, pues no está bien lo que vemos. ¿Por ventura se han de igualar ellos a nosotros, sus autores, que podemos abarcar grandes distancias, que lo sabemos y vemos todo? Esto dijeron el Corazón del Cielo, Huracán, Chipi-Caculhá, Raxá-Caculhá, Tepeu, Gucumatz, los Progenitores, Ixpiyacoc, Ixmucané, el Creador y el Formador.
       Así hablaron y en seguida cambiaron la naturaleza de sus obras, de sus criaturas. Entonces el Corazón del Cielo les echó un vaho sobre los ojos, los cuales se empañaron como cuando se sopla sobre la luna de un espejo. Sus ojos se velaron y sólo pudieron ver lo que estaba cerca, sólo esto era claro para ellos.
       Así fue destruido su sabiduría y todos los conocimientos de los cuatro hombres, origen y principio [de la raza quiché].
       Así fueron creados y formados nuestros abuelos, nuestros padres, por el Corazón del Cielo, el Corazón de la Tierra. Nota: los datos de traductor no han sido posible identificar.

lunes, 16 de enero de 2012

¿Cómo recuperar la contraseña en Ubuntu 11.10?

¿Cómo recuperar la contraseña en Ubuntu 11.10?

En el inicio de GRUB, elija la opción de:
«Ubuntu, con Linux 3.0.0-12-generic (modo recuperación)» debe pulsar «Enter» para iniciar este modo.

En la lista que se despliega, modo recuperación
Cuando inicia el pront gru, presione la tecla «E».


Lleve el cursor a la línea:
linux /boot/vnlinuz-3.0.0-12-generic root=UUID=…  ro recovery nomodeset 

Cambie la en el commando «ro», por «rw» que permitirá ingresar en modo escritura del root.

Con la tecla TAB seleccione a <Aceptar> para iniciar el modo de recuperación con privilegios de escritura presione la tecla «Enter»

En la línea de comando root, ingrese el comando «passwd», presione la tecla «Enter»
Ingrese dos veces su nueva contraseña.
Su contraseña se ha actualizado correctamente
Escriba el comando «init 6» para reiniciar.
Ya puede iniciar su cuenta con la nueva contraseña.

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jueves, 5 de enero de 2012

Vida reencontrada


        Había iniciado una carrera universitaria, una de las materias requería una pasantía en contacto con la gente, tenía que relacionarse con cientos de transeúntes.

        Su estadía sería de diez semanas en la Ciudad de Buenos Aires. Parte del trabajo que tendría que realizar consistía en visitar el domicilio de personas que serían contactadas en el vecindario.

        Habitaba una residencia que estaba a ocho cuadras de la plaza Congreso. El lugar lo transitaba con frecuencia debido a su actividad. Un cartel le llamó la atención, «a vos te pasa lo mismo que a mí». Durante 25 años había guardado en su corazón en silencio una desagradable sensación de rechazo de parte de su familia; el trato para con él no era el mismo que recibían sus hermanos: hasta el día que decidió independizarse, muchos quehaceres recaían sobre él; la ropa que le daban era siempre la de sus hermanos, que dejaban de usarla por algún detalle que no les agradaba.

        Era delgado, de pelo oscuro, rostro fino, con cejas tupidas, nada parecido a sus parientes cercanos,  mirada evasiva y tímida, mantenía siempre la cabeza gacha, el círculo de amigos era muy reducido.

        Una mañana tomó coraje y se dirigió a la oficina del cartel para indagar de qué se trataba, y si él podía ser parte de ese programa. No tenía ningún argumento o evidencia; solo una corazonada y su malestar consigo mismo; deseaba erradicar esa horrible sensación de descontento.

        El trato que recibió en la oficina fue agradable, se mostraron muy receptivos, tomaron sus datos, el de su familia y le sacaron una muestra; con amabilidad le pidieron que volviera la siguiente semana.

        La actividad de la pasantía lo tuvo ocupado durante la semana, el día acordado para ir a buscar los resultados se lo había tomado libre. Tenía una sensación de hormigueo en el cuerpo, con una mezcla de ansiedad.

        Cuando ingresó a la oficina, había tres abuelas, con pañuelos blancos en la cabeza, que lo estaban esperando. Pensó que, al igual que él, buscaban información.

        Fue revelador todo cuanto le decían, la familia con la que creció lo había adoptado, a sus posibles padres biológicos los hallaron en una larga lista de desaparecidos, ellos, como miles de personas, habían sufrido una horrenda y ridícula persecución, en tiempos turbulentos del país, él era uno de decenas de hijos reencontrados.
        
        El dolor en su pecho hizo que brotaran lágrimas que no pudo contener, inclinó la cabeza y su mirada quedó fija en la baldosa de granito, surcaron sus mejillas las gruesas gotas de llanto.

        Una de las mujeres de pañuelo blanco, intentando consolar al joven, le dijo que en cuestión de un mes podrían tener el nombre de algún pariente vivo, una abuela, un tío o tía; tendría la oportunidad de reescribir su historia. En cuanto a la familia con la que había crecido, le recomendaron que si él se sentía incómodo no volviera a ese lugar.

        Dejó pasar dos días hasta que se animó a llamar a su casa, dijo que estaría el fin de semana con ellos, y que tenía algo importante que contarles. La intriga del padre lo perturbó esos días. El domingo a media mañana llegó cargado de bolsas de compras: carne, pan y gaseosas; se mostró amistoso, prendieron el carbón en la parrilla, mientras conversaban de sus ocupaciones diarias, salió el tema de la llamada telefónica; el joven contó que durante su estadía en la ciudad, se había topado con una oficina de identificación de familiares desaparecidos; la reacción del padre al oír la última palabra transformó su rostro, puso una mirada penetrante, el entrecejo fruncido, la nariz replegada resonaba, los labios presionados, los hombros a la altura de los oídos, los brazos pegados al cuerpo mientras abría y cerraba los puños; el joven sentía mil bayonetas en su rostro, pero ya había ido muy lejos para quedar en silencio. Con la mirada en alto dijo: «He decidido buscar a mi familia biológica, y nada podrá detenerme».

        Manteniendo distancia de la mirada amenazante que lo identificaba como a un enemigo de guerra, se despidió agitando los dedos tímidamente a la altura del hombro, dio media vuelta y desapareció en la calle.