jueves, 27 de octubre de 2011

Vidas transformadas

        Nadie iba a creerle. Había defraudado tantas veces a sus amigos, que en su interior solo había dolor.  

       En su mente tenía los recuerdos de un padre tramposo, extorsionador y fraudulento. Su madre los había abandonado cuando él tenía apenas cinco años. De niño, en su tierno corazón, apenas podía diferenciar lo bueno de lo malo, todo cuanto hacía su padre le producía una extraña sensación de admiración, él deseaba ser como su padre.

      Vivió con él hasta los diez años. Nunca supo qué le ocurrió, simplemente un día no volvió más a su casa. Desde muy pequeño había imitado la conducta de su papá, salía a pedir comida en las estaciones ferroviarias. Los años fueron pasando hasta que se había ganado el respeto de otros niños que, como él, vivían en la calle. 

       Una cadena de delitos lo llevó a muy temprana edad a prisión, donde pasaría la mayor parte de su vida. Un día un predicador llegó a la prisión ofreciendo: revistas religiosas y una Biblia. Fue la primera vez que tuvo en sus manos un ejemplar.

       Nunca había oído de Dios, el hombre que le habló era un exconvicto, al igual que él, este individuo también había pasado su juventud en prisión, había salido ya adulto, se había aferrado a su fe, y propuesto en su corazón ayudar a los presos en las cárceles.

       La falsa moral reinante lo obligaba a esconderse del mundo. Esta actividad lo llenaba de satisfacción. No todos aceptaban sus regalos, pero él persistía con quienes esperaban encontrar una vida diferente a la que habían vivido. Norberto tomó los regalos con la única curiosidad de aprender a leer. Al perder a sus padres a tan temprana edad, nadie se había ocupado de que tuviera una educación escolar como todos los niños. Quedó muy impresionado porque otros chicos de su edad podían leer cualquier libro.

       Con la ayuda de ese hombre generoso, aprendió a escribir y a leer, su mundo fue cambiando con el paso de los meses, fue otra la visión que incorporaba cada día. La realidad de la prisión era lo único que conocía, el mundo que dominaba desde muy pequeño, la violencia era lo que él había empleado para todas sus fechorías.

       La lectura le había enseñado un mundo diferente, «Ama a tus enemigos», era una de las enseñanzas que taladraba su mente y se preguntaba ¿hasta dónde lo llevaría esto? Los guardias también estaban impresionados por el cambio en su conducta, pero eran cautelosos.

       Hizo todo para aprender todo lo que podía, el círculo que lo rodeaba no permitiría que saliera libre con facilidad, era continuamente hostigado por sus compañeros de celda, pero él tenía el sueño de ser libre un día.

        A pesar de todo, nunca volvería a ser el mismo.


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