
No pasó una semana cuando tuvo noticias de la Factoría , alguien había ido a preguntar por él a su casa. Enterado de esto, inmediatamente puso rumbo para allá, en efecto, el mismo jefe de Producción se había tomado el tiempo para conocer la casa de este simpático muchacho. Ingresó al despacho de este hombre que parecía muy cuidadoso, bajito, mirada penetrante y sonrisa amplia. Solo le pregunto si buscaba un empleo y si estaba dispuesto a empezar ese mismo día. La sorpresa fue tal que solo atinó a asentir con la cabeza.

Las personas más próximas que tenía eran los hombres que parecían devoradores de cajas porque no terminaba de armar una que ya le estaban reclamando otra. Uno de ellos era muy joven, de no más de veintidós años, el otro era mucho más grande, no solo de edad, sino también de tamaño, de rostro muy hosco y voz muy fuerte que no paraba de reclamar cajas armadas.
Ese verano en la fábrica transcurrió como un suspiro, cuando se acordó, estaba iniciando el colegio. Fue un comienzo diferente a los anteriores años, esta ocasión tenía: ropa nueva, zapatillas y una mochila llamativa. Se sentía estimulado para terminar el último año del secundario.
0 comentarios:
Publicar un comentario