miércoles, 20 de junio de 2012

Su primer empleo

        Era por el año 1994 cuando quiso empezar a independizar económicamente, empezó a preguntar por distintos lugares sobre alguna posible vacante, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de ganar unos pesos. Un amigo me dijo que debiera llevar un currículo a una fábrica donde siempre hacía falta un muchacho para los diferentes quehaceres, no se demoró en armar un detallado currículo que dejó  en una oficina donde una atenta secretaria le dijo que se haría cargo de presentárselo al jefe de Planta.
        No pasó una semana cuando tuvo noticias de la Factoría, alguien había ido a preguntar por él a su casa. Enterado de esto, inmediatamente puso rumbo para allá, en efecto, el mismo jefe de Producción se había tomado el tiempo para conocer la casa de este simpático muchacho. Ingresó al despacho de este hombre que parecía muy cuidadoso, bajito, mirada penetrante y sonrisa amplia. Solo le pregunto si buscaba un empleo y si estaba dispuesto a empezar ese mismo día. La sorpresa fue tal que solo atinó a asentir con la cabeza.
        Lo llevaron a un galpón donde se hacía el envasado de varios productos.  Su primera labor fue el armado de cajas de cartón, las que luego se llenaban con los artículos para despachar. El pequeño aprendiz se dispuso para la faena tan pronto como le indicaron su deber, «rápido, rápido» le vociferaban los otros empleados, que, con mucha agilidad, apilaban grandes plataformas, que luego eran despachadas por un hombre que iba y venía con un autoelevador, se podía ver que era un conductor muy experimentado porque así como unos llenaban plataformas, este otro los hacía desaparecer en un largo pasillo donde estaban dispuestas una arriba de otra.
        Las personas más próximas que tenía eran los hombres que parecían devoradores de cajas porque no terminaba de armar una que ya le estaban reclamando otra. Uno de ellos era muy joven, de no más de veintidós años, el otro era mucho más grande, no solo de edad, sino también de tamaño, de rostro muy hosco y voz muy fuerte que no paraba de reclamar cajas armadas.
        Ese verano en la fábrica transcurrió como un suspiro, cuando se acordó, estaba iniciando el colegio. Fue un comienzo diferente a los anteriores años, esta ocasión tenía: ropa nueva, zapatillas y una mochila llamativa. Se sentía estimulado para terminar el último año del secundario.

0 comentarios: